I ♥ Sci fi

A propósito del post anterior, compile lo que considero son los mejores cortos de Sci fi que andan por ahí últimamente, enjoy!

Nota: True Skin es uno de los cortos de sci-fi mas geniales que he visto, podría decirse es un híbrido entre Blade Runner y District 9 o esa es la sensación que deja. Ojala su director, Stephan Zlotescu, considere convertirlo en un largometraje.

*Lucky Day Forever me dejó sin palabras, lo juro.

Nota: En cuanto a cortos se refiere, los de animación + sci-fi para mi son un must, y estos cuatro aunque bastante surreales/simbólicos, me impresionaron muchísimo, especialmente este ultimo, The Artic Circle.

Nota: Payload es la prueba de que no es necesario costear la producción de costosos efectos especiales para recrear una buena historia de sci-fi, definitivamente es un must watch.

Nota: Sight me resulto bastante bueno, es sobre como la tecnología afectara nuestra vida cotidiana en el futuro.

Nota: Grounded me dejo con un millón de interrogantes en la mente, es hermoso visualmente, pero aun sigo pensando en como interpretarlo.

And last but not least,  es Wong Kar Wai, no hace falta decir mas…

Los trailers de Prometheus

Hace unos días fastidiaba a un amigo porque me pareció «inhumano» que haya visto los primeros diez minutos de The Dark Knight Rises tanto antes de que estrenen la película en el cine. Ahora bien, recordarlo me da un poco de risa ya que he adoptado la misma conducta para con Prometheus de Ridley Scott; han salido a la luz tantos trailers y viral clips del film que me pregunto si para cuando estrenen la película (en agosto de este año) me hará falta ir al cine. No obstante, a pesar de todos los spoilers recibidos, las ganas de verla sólo han aumentado. Creo que será aún más épica de lo que imaginé.

Primer trailer de Prometheus

Peter Weyland en TED año 2023 (CLIP)

Prometheus. Segundo trailer en HD

Happy Birthday David (CLIP)

Prometheus. Tercer trailer en HD

«El Banquete» Platón

—«Figúraseme, que hasta ahora los hombres han ignorado enteramente el poder del Amor; porque si lo conociesen, le levantarían templos y altares magníficos, y le ofrecerían suntuosos sacrificios, y nada de esto se hace, aunque sería muy conveniente; porque entre todos los dioses él es el que derrama más beneficios sobre los hombres, como que es su protector y su médico, y los cura, de los males que impiden al género humano llegar a la cumbre de la felicidad. Voy a intentar daros a conocer el poder del Amor, y queda a vuestro cargo enseñar a los demás lo que aprendáis de mí. Pero es preciso comenzar por decir cuál es la naturaleza del hombre, y las modificaciones que ha sufrido.

Plato

El Banquete (The Symposium)

»En otro tiempo la naturaleza humana era muy diferente de lo que es hoy. Primero había tres clases de hombres: los dos sexos que hoy existen, y uno tercero compuesto de estos dos, el cual ha desaparecido conservándose sólo el nombre. Este animal formaba una especie particular, y se llamaba andrógino, porque reunía el sexo masculino y el femenino; pero ya no existe y su nombre está en descrédito. En segundo lugar, todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías, unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción. Marchaban rectos como nosotros, y sin tener necesidad de volverse para tomar el camino que querían. Cuando deseaban caminar ligeros, se apoyaban sucesivamente sobre sus ocho miembros, y avanzaban con rapidez mediante un movimiento circular, como los que hacen la rueda con los pies al aire. La diferencia, que se encuentra entre estas tres especies de hombres, nace de la que hay entre sus principios. El sol produce el sexo masculino, la tierra el femenino, y la luna el compuesto de ambos, que participa de la tierra y del sol. De estos principios recibieron su forma y su manera de moverse, que es esférica. Los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida idea de escalar el cielo, y combatir con los dioses, como dice Homero de Efialtes y de Oto. Júpiter examinó con los dioses el partido que debía tomarse. El negocio no carecía de dificultad; los dioses no querían anonadar a los hombres,  como en otro tiempo a los gigantes, fulminando contra ellos sus rayos, porque entonces desaparecerían el culto y los sacrificios que los hombres les ofrecían; pero, por otra parte, no podían sufrir semejante insolencia. En fin, después de largas reflexiones, Júpiter se expresó en estos términos: Creo haber encontrado un medio de conservar los hombres y hacerlos más circunspectos, y consiste en disminuir sus fuerzas. Los separaré en dos; así se harán débiles y tendremos otra ventaja, que será la de aumentar el número de los que nos sirvan; marcharán rectos sosteniéndose en dos piernas sólo, y si después de este castigo conservan su impía audacia y no quieren permanecer en reposo, los dividiré de nuevo, y se verán precisados a marchar sobre un solo pié, como los que bailan sobre odres en la fiesta de Caco.

Plato

El Banquete (The Symposium)

»Después de esta declaración, el dios hizo la separación que acababa de resolver, y la hizo lo mismo que cuando se cortan huevos para salarlos, o como cuando con un cabello se los divide en dos partes iguales. En seguida mandó a Apolo que curase las heridas y colocase el semblante y la mitad del cuello del lado donde se había hecho la separación, a fin de que la vista de este castigo los hiciese más modestos. Apolo puso el semblante del lado indicado, y reuniendo los cortes de la piel sobre lo que hoy se llama vientre, los cosió a manera de una bolsa que se cierra, no dejando más que una abertura en el centro, que se llama ombligo. En cuanto a los otros pliegues, que eran numerosos, los pulió, y arregló el pecho con un instrumento semejante a aquel de que se sirven los zapateros para suavizar la piel de los zapatos sobre la horma, y sólo dejó algunos pliegues sobre el vientre y el ombligo, como en recuerdo del antiguo castigo. Hecha esta división, cada mitad hacia esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal, que abrazadas perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra. Cuando la una de las dos mitades perecía, la que sobrevivía buscaba otra, a la que se unía de nuevo, ya fuese la mitad de una mujer entera, lo que ahora llamamos una mujer, ya fuese una mitad de hombre; y de esta manera la raza iba extinguiéndose. Júpiter, movido a compasión, imagina otro expediente: pone delante los órganos de la generación, por que antes estaban detrás, y se concebía y se derramaba el semen, no el uno en el otro, sino en tierra como las cigarras. Júpiter puso los órganos en la parte anterior y de esta manera la concepción se hace mediante la unión del varón y la hembra. Entonces, si se verificaba la unión del hombre y la mujer, el fruto de la misma eran los hijos; y si el varón se unía al varón, la saciedad los separaba bien pronto y los restituía a sus trabajos y demás cuidados de la vida. De aquí procede el amor que tenemos naturalmente los unos a los otros; el nos recuerda nuestra naturaleza primitiva y hace esfuerzos para reunir las dos mitades y para restablecernos en nuestra antigua perfección. Cada uno de nosotros no es más que una mitad de hombre, que ha sido separada de su todo, como se divide una hoja en dos. Estas mitades buscan siempre sus mitades. Los hombres que provienen de la separación de estos seres compuestos, que se llaman andróginos, aman las mujeres; y la mayor parte de los adúlteros pertenecen a esta especie, así como también las mujeres que aman a los hombres y violan las leyes del himeneo. Pero a las mujeres, que provienen de la separación de las mujeres primitivas, no llaman la atención los hombres y se inclinan más a las mujeres; a esta especie pertenecen las tribactes. Del mismo modo los hombres, que provienen de la separación de los hombres primitivos, buscan el sexo masculino. Mientras son jóvenes aman a los hombres; se complacen en dormir con ellos y estar en sus brazos; son los primeros entre los adolescentes y los adultos, como que son de una naturaleza mucho más varonil. Sin razón se les echa en cara que viven sin pudor, porque no es la falta de este lo que les hace obrar así, sino que dotados de alma fuerte, valor varonil y carácter viril, buscan sus semejantes; y lo prueba que con el tiempo son más aptos que los demás para servir al Estado. Hechos hombres a su vez aman los jóvenes, y si se casan y tienen familia, no es porque la naturaleza los incline a ello, sino porque la ley los obliga. Lo que prefieren es pasar la vida los unos con los otros en el celibato. El único objeto de los hombres de este carácter, amen o sean amados, es reunirse a quienes se les asemeja. Cuando el que ama a los jóvenes o a cualquier otro llega a encontrar su mitad, la simpatía, la amistad, el amor los une de una manera tan maravillosa, que no quieren en ningún concepto separarse ni por un momento. Estos mismos hombres, que pasan toda la vida juntos, no pueden decir lo que quieren el uno del otro, porque si encuentran tanto gusto en vivir de esta suerte, no es de creer que sea la causa de esto el placer de los sentidos. Evidentemente su alma desea otra cosa, que ella no puede expresar, pero que adivina y da a entender. Y si cuando están el uno en brazos del otro, Vulcano se apareciese con los instrumentos de su arte, y les dijese: ‘¡Oh hombres!, ¿qué es lo que os exigís recíprocamente?’, y si viéndoles perplejos, continuase interpelándoles de esta manera: ‘lo que queréis, ¿no es estar de tal manera unidos, que ni de día ni de noche estéis el uno sin el otro? Si es esto lo que deseáis, voy a fundiros y mezclaros de tal manera, que no seréis ya dos personas, sino una sola; y que mientras viváis, viváis una vida común como una sola persona, y que cuando hayáis muerto, en la muerte misma os reunáis de manera que no seáis dos personas sino una sola. Ved ahora si es esto lo que deseáis, y si esto os puede hacer completamente felices. Es bien seguro, que si Vulcano les dirigiera este discurso, ninguno de ellos negaría, ni respondería, que deseaba otra cosa, persuadido de que el dios acababa de expresar lo que en todos los momentos estaba en el fondo de su alma; esto es, el deseo de estar unido y confundido con el objeto amado, hasta no formar más que un solo ser con él. La causa de esto es que nuestra naturaleza primitiva era una, y que éramos un todo completo, y se da el nombre de amor al deseo y prosecución de este antiguo estado. Primitivamente, como he dicho, nosotros éramos uno; pero después en castigo de nuestra iniquidad nos separó Júpiter, como los arcadios lo fueron por los lacedemonios. Debemos procurar no cometer ninguna falta contra los dioses, por temor de exponernos a una segunda división, y no ser como las figuras presentadas de perfil en los bajorrelieves, que no tienen más que medio semblante, o como los dados cortados en dos. Es preciso que todos nos exhortemos mutuamente a honrar a los dioses, para evitar un nuevo castigo, y volver a nuestra unidad primitiva bajo los auspicios y la dirección del Amor. Que nadie se ponga en guerra con el Amor, porque ponerse en guerra con él es atraerse el odio de los dioses. Tratemos, pues, de merecer la benevolencia y el favor de este dios, y nos proporcionará la otra mitad de nosotros mismos, felicidad que alcanzan muy pocos. Que Eriximaco no critique estas últimas palabras, como si hicieran alusión a Pausanias y a Agaton, porque quizá estos son de este pequeño número, y pertenecen ambos a la naturaleza masculina. Sea lo que quiera, estoy seguro de que todos seremos  dichosos, hombres y mujeres, si, gracias al Amor, encontramos cada uno nuestra mitad, y si volvemos a la unidad de nuestra naturaleza primitiva. Ahora bien, si este antiguo estado era el mejor, necesariamente tiene que ser también mejor el que más se le aproxime en este mundo, que es el de poseer a la persona que se ama según se desea. Si debemos alabar al dios que nos procura esta felicidad, alabemos al Amor, que no sólo nos sirve mucho en esta vida, procurándonos lo que nos conviene, sino también porque nos da poderosos motivos para esperar, que si cumplimos fielmente con los deberes para con los dioses, nos restituirá él a nuestra primera naturaleza después de esta vida, curará nuestras debilidades y nos dará la felicidad en toda su pureza. He aquí, Eriximaco, mi discurso sobre el Amor. Difiere del tuyo, pero te conjuro a que no te burles, para que podamos oír los de los otros dos, porque aún no han hablado Agaton y Sócrates.»

Plato

El Banquete (The Symposium)

Los cortometrajes de Lynch

Aproximarse a los cortometrajes de Lynch es una manera más fácil de comprender la escencia y significado de la cinematografía lyncheana. Sus «short films» no son más que una ventana hacia sus pesadillas más viscerales, una entrada al mundo onírico desde el cual se han desprendido obras maestras como «Tercipelo azul», «Carretera perdida» y «El hombre elefante» que no son más que eso, fragmentos tangibles de su psiquis.

Los primeros trabajos cortos muestran cómo el cine de Lynch paulatinamente se fue gestando,  a partir de The amputee, cortometraje con el que logró perfeccionar su estilo,  finalmente incursionó en la pantalla grande. Es decir, ver los cortometrajes de Lynch nos proporciona una especie de guía «for dummies» para posteriormente poder entender sus largometrajes. Luego de su último «largo», Inland Empire, decidió retornar a sus inicios y continuar con algunos cortos que le permitirían seguir evolucionando sin abandonar la surrealidad que lo caracteriza.

Rabbits es un agregado, ya que no es un cortometraje sino una mini serie de 8 capítulos realizada en el año 2002, que  podría decirse está a la altura de cualquier largometraje que Lynch haya realizado. Con la participación de Naomi Watts, Rabbits no es más que una clara sátira ante el furor que causan los sitcoms estadounidenses, particularmente, en el continente americano. Bajo un discurso audiovisual, silencioso y netamente sarcástico, la historia se desarrolla en un escenario dónde el cinismo es el verdadero y quizàs único protagonista.

El Amanecer del Hombre

Con el inicio de los años ‘60, Rusia y Estados Unidos comenzaron a enviar hombres al espacio exterior. Empezaba la era espacial, la Unión Soviética se mantenía soberana, y el entonces presidente John F. Kennedy pretendía alcanzar lo que parecía imposible: explorar el universo.

En 1963, luego de “Spartacus”, “Lolita” y “Dr. Strangelove”, Stanley Kubrick había alcanzado un alto nivel de reputación, este, le otorgaría la independencia creativa que más tarde caracterizaría 2001: Odisea en el Espacio. Durante los años posteriores, el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke propondría a Kubrick la realización de una película a través del cual se buscaría predecir el futuro de la era espacial, “el espacio es lo bastante grande para que todos tengan un mundo entero” (Clarke, 2001).

Así pues, esta idea se convirtió en el primer y principal fundamento teórico de 2001: ¿Qué pasaría sí el hombre, tras pretender estar solo en el universo, se encontrase con formas de vida más evolucionadas, o con el rastro de ellas? Hecho que explica James Cameron en el documental para televisión 2001: A Space Odyssey, the making of a myth: “2001 nos recuerda que la idea detrás del espectáculo es aún el efecto especial más importante de todos”.

Clarke y Kubrick tomaron un relato corto llamado “El Centinela”, cómo soporte para escribir el guión de 2001: Odisea en el Espacio. El centinela narra la historia de un grupo de científicos que tras arribar a la Luna, se encuentran con un monolito de forma piramidal (que según Clarke, podría entenderse como una máquina de aprendizaje), rodeado por un campo de fuerza esférico, que una civilización alienígena había dejado eones atrás.

Otro hecho a destacar es que el alunizaje del Apolo 11 sucedió el 21 de junio de 1969, y fue visto a nivel mundial. Este representó un gran logro tecnológico. Las fotografías capturadas en la misión fueron a blanco y negro, mas se transmitieron alrededor del planeta. Cabe resaltar que “2001: Odisea en el Espacio” fue llevada a las salas de cine el año anterior, en 1968.

Actualmente, 2001: Odisea en el Espacio no sólo marcó un antes y un después en la historia del cine, mas se convirtió en un retrato tanto darwiniano como nietzscheano de la historia del hombre:

Cuando se dijo por primera vez que el sol permanecía fijo y que el mundo giraba, el sentido común de la humanidad declaró la doctrina falsa; pero el viejo dicho Vox populi, vox Dei, como todo filósofo sabe, no puede ser confiado a la ciencia. (Darwin, 2005. cap. 4)

A partir de entonces, los cineastas alrededor del mundo comenzaron a ver en la “ciencia ficción” un tema para “explotar” a nivel cinematográfico. No obstante, desde el origen del “cine mudo”, el cineasta francés Georges Méliès (1861-1938) conoció a los hermanos Lumiére (creadores del cinematógrafo) en 1895, y con su ayuda, durante el año 1902, crea una secuencia de una nave espacial que aterriza en la luna, la cual posteriormente se convirtió en la primera película de ciencia ficción y se tituló “Le Voyage dans la Lune” o “Viaje a la Luna”. Méliès realizó dicha secuencia inspirado en la famosa novela de Julio Verne (1928-2905) “Viaje a la Luna”, publicada en el año 1865.

Stanley Kubrick manejaba excelentemente los recursos de la semiótica y la esteganografía, la cual según Álvaro Navarro es “el arte de cifrar, o en caracteres, que no son inteligibles excepto a personas que tienen la clave” (2005); y es quizás 2001: Odisea en el Espacio el film de Kubrick que cuenta con más recursos semióticos ya que el discurso filosófico abarca enteramente el significado de la película.

En 2001, Kubrick usó la banda sonora como motor intelectual del film. El Adagio de “Así habló Zaratustra”, pieza originalmente compuesta por Strauss, se convirtió en un “himno” para los entusiastas de la ciencia ficción y principal identificativo sonoro de la cinta, aún cuando sólo se usó ese fragmento de la composición.

Además, la introducción de HAL 9000 como personaje principal y el desarrollo de la inteligencia artificial durante el progreso del guión cinematográfico desde un punto de vista asimoviano es pilar esencial de “2001”, puesto que con el avance de la historia HAL desarrolla un conflicto bioético en el que se debaten las tres leyes de la robótica según Isaac Asimov (1920-1992):

  1. Un robot no puede dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la primera ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda ley.

No obstante, dos de las interrogantes que se plantean en “Misión a Júpiter” son: ¿Hasta qué punto es la tecnología una herramienta del hombre? y ¿En qué punto podría el ser humano deshumanizarse (automatizarse) y la tecnología humanizarse?

Lo que Kubrick y Clarke querían lograr con 2001: Odisea en el Espacio era que el espectador se adentrara en el film, “queríamos crear una experiencia (…) un día sabremos la verdad sobre este increíble y maravilloso universo. Y quizás entendamos nuestro lugar en él” (Clarke, 2001).

La idea última de “2001” es la inmortalidad en contraparte de la muerte, como destino final de todos los seres, argumento que se desarrolla a través de una serie de elementos visuales durante “Júpiter y más allá del infinito”, que se complementan para unirse en el clímax de la película, la experiencia cinematográfica en su más alto punto, el nacimiento de la utopía de Nietzsche: el übermensch (superhombre).

Por otro lado, “El amanecer del hombre” o “The dawn of man”, por su nombre en inglés, es la primera de las siete referencias al nacimiento que se realizan a lo largo de la película: el nacimiento del planeta tierra, el del hombre propiamente dicho, el de la tecnología (inicialmente simbolizada por la herramienta prehistórica), el de la hija del astronauta Floyd, el del astronauta Frank (los padres le cantan el “feliz cumpleaños”), el del computador HAL aludiendo a su «nacimiento» y por último el nacimiento del «Niño Estrella» al finalizar el film.

El film inicia con dos minutos y medio de desconcierto, al compás de la pieza “Atmósferas”, del compositor húngaro György Ligeti. Es un momento vibrante y misterioso en el universo, la gestación del planeta tierra en el vientre del infinito.

Tras la tensa espera, la pantalla se abre poco a poco. En esta ocasión escuchamos los acordes de «Así Habló Zaratustra», de Johann Strauss. Vemos en primer plano a la Luna, a continuación la Tierra (en media luna) y al final, el Sol finalizando el conjunto en perfecta alineación con los otros dos astros.

Kubrick pretendía descartar toda versión teológica del génesis con esta secuencia, cosa que también respaldaba Charles Darwin: “las especies se producen y se extinguen por causas que obran lentamente y que aún existen, y no por actos milagrosos de creación.” (2005:472).

A lo largo de esta escena también podemos observar la silueta del monolito, que pasará a ser el elemento semiótico de más relevancia en el film. Según Clarke, el monolito actúa como una máquina de enseñanzas o “máquina que enseña” (“a teaching machine”). Cuando, varios minutos después de la primera aparición, los primates interactúan con el monolito y estos comienzan a aprender cosas útiles para su desempeño, digamos, desde el punto científico, su inteligencia comienza a evolucionar. Sin embargo, Rob Ager, plantea la imagen del monolito como una pantalla a través de la cual los espectadores interactúan con el film.

Según su análisis, Kubrick quería que se entablase una relación entre el film y la audiencia, logrando que, en esta primera parte, el público transmita su conocimiento a los primates y que vea a través del mismo, cosa que se evidencia cuando, durante la primera escena, el monolito se antepone sobre los espectadores creando la ilusión de ser una pantalla. De hecho, el monolito tiene, aproximadamente, las mismas medidas que una pantalla Cinerama, las cuales eran características de la época en que salió el film (década de los ’60).

La cinta evidencia la figura del hombre sometida por su propia especie y posteriormente por la maquinas que, irónicamente, han sido creadas por éste; la relación simbiótica que existe entre el líder y las masas, e incluso, entre el hombre y la tecnología, hechos que poseen un carácter de alto nivel predictivo para la época. “El perfeccionamiento de un organismo ocasiona el mejoramiento o el exterminio de otros” (Darwin, 2005:472).

Este primer segmento de “2001” revela que la humanidad estará sujeta a dos grandes ideas: la figura de poder (el líder) quién es poderosa debido a que posee una gran capacidad de adaptación o un grado de inteligencia más alto y la figura del pueblo o comunidad que copia las acciones del líder (y sigue sus instrucciones), en número mayor, es decir, el poder venido de un individuo igual, que busca la superioridad y la esclavitud (simbolizado a través del líder de los primates y del monolito), más la demostración del canon científico formulado por Charles Darwin: “a este principio de conservación o supervivencia lo he llamado selección natural” (2005:156).

Posteriormente, cuando Bowman se acerca al monolito y comienza la secuencia “stargate”, este se vuelve uno con la pantalla de cine, el espectador ve a través de él. A partir de entonces podemos entender al monolito no sólo como una pantalla, también como un portal.

Stanley Kubrick pretendía que el espectador que ahora está presente dentro de la película, evolucionara junto con el mundo dentro de esta. “El hombre tiene que mejorar y que empeorar» – esto es lo que yo enseño. Lo peor es necesario para lo mejor del superhombre.” (Nietzsche).

El afianzamiento de esta teoría podría admitir que el objetivo último de Stanley Kubrick, con la realización de “2001: Odisea en el Espacio”, es que el espectador sea “testigo” del pasado y el futuro de la sociedad que hoy vive el presente. Cabe resaltar que en el libro escrito por Clarke, a diferencia del film, no había un monolito frente a la cama donde yacía Dave, sino una pantalla de televisión. Más, durante la primera aparición del monolito, este reproducía imágenes. Cosa que fortalece la simbiosis monolito-pantalla de cine.

La película finaliza con el nacimiento del «Starchild» (niño estrella), el cual es una metáfora alusiva al übermensch de Nietzsche. Durante pocos minutos, se detiene el tiempo del film para dar paso a una nueva incógnita: qué sucede después. Una interpretación es que esta escena es una anamnesis para el espectador: el hombre capaz de «recordar» la verdadera esencia del alma y del cosmos que según Phillip K. Dick es una ampliación de esta. La abstracción del tiempo permite que se considere libremente la posibilidad de que el «superhombre», enmarcado en el contexto del film, se manifieste a través de la reminiscencia platónica.

Otra posible interpretación es considerar que el nacimiento del superhombre amerita la concepción de un nuevo universo («Big Bang»), por tanto, como se observa en la película, Dave Bowman reencarna para pasar a ser parte de una realidad que finalmente ha abandonado su condición onírica.  «Creo en la vida eterna en este mundo, hay momentos en que el tiempo se detiene de repente para dar lugar a la eternidad.»  (Dostoievski)

Vision Machine

«Vision Machine» comic

Vision Machine es un comic cyberpunk creado por Greg Pak e ilustrado por R.B Silva. Tiene una extensión de sólo tres números, es una experiencia alucinante.

Puedes leerlo gratis a través de este link:
http://visionmachine.net/download/

«In the year 2061, three friends grapple with revolutionary change when Sprout Computers releases the most visionary piece of personal technology ever created.»

«Vision Machine» comic

«Vision Machine» comic

La última inocencia

Conversábamos aquella vez que, a pesar de lo que dicen por ahí, muy poco se sabe de Alejandra. El diálogo consigo misma (en tercera persona, siempre), la presencia de dos almas – ambas ausentes -, el surrealismo de una adultez temprana, la inocencia inherente… Alejandra Pizarnik, además de ser poeta, además de ser musa, era niña.

«La luz es demasiado grande
para mi infancia.
Pero ¿quién me dará la respuesta jamás usada?
Alguna palabra que me ampare del viento,
alguna verdad pequeña en que sentarme
y desde la cual vivirme,
alguna frase solamente mía
que yo abrace cada noche,
en la que me reconozca, en la que me exista.

pero no. Mi infancia
sólo comprende al viento feroz
que me aventó al frío
cuando campanas muertas
me anunciaron.

Sólo una melodía vieja,
algo con niños de oro, con alas de piel verde,
caliente, sabio como el mar,
que tirita desde mi sangre,
que renueva mi cansancio de otras edades.«

Quizás fuere el rechazo a la madurez que surcaba su cuerpo, a las agujas del reloj que no cesan, lo que la hacía temer antes que vivir. En sus poemarios «La última inocencia» (1956) y «Las aventuras perdidas» (1958) podemos percibir la levedad de un conflicto edípico, Y con el pasar de las páginas, leemos a una Alejandra que, verso a verso, se ausenta, como quién sufre el complejo de «Benjamin Button» por llamarlo así. Además, una Alejandra que se enamora de la muerte, o de la imagen de ella.

«Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay mounstros
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Còmo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo «

Quizás qué será morir gestando en el vientre de la muerte. Qué será enfrentarse al mundo con la torpeza de un crío. Alejandra solía hacer énfasis en las siguientes palabras: infancia, inocencia, infantil, muerte, sangre, viento, mar. Y escrito en sus propias letras «por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa».

«Ese instante que no se olvida
Tan vacío devuelto por las sombras
Tan vacío rechazado por los relojes
Ese pobre instante adoptado por mi ternura
Desnudo desnudo de sangre de alas
Sin ojos para recordar angustias de antaño
Sin labios para recoger el zumo de las violencias
perdidas en el canto de los helados campanarios.

Ampáralo niña ciega de alma
Ponle tus cabellos escarchados por el fuego
Abrázalo pequeña estatua de terror.
Señálale el mundo convulsionado a tus pies
A tus pies donde mueren las golondrinas
Tiritantes de pavor frente al futuro
Dile que los suspiros del mar
Humedecen las únicas palabras
Por las que vale vivir.

Pero ese instante sudoroso de nada
Acurrucado en la cueva del destino
Sin manos para decir nunca
Sin manos para regalar mariposas
A los niños muertos.»

En 1971, un año antes de su muerte, Julio Cortázar, de quien era gran amiga, le escribió una carta donde le decía:

«Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria.»